Preguntas frecuentes
Los Cursillos de Cristiandad se han dicho ya muchas cosas y se han dado más de cien definiciones. Es imposible traerlas aquí todas.
Los Cursillos de Cristiandad son: un movimiento apostólico de la Iglesia, en la Iglesia y para la Iglesia;
Una escuela o método de espiritualidad; un método feliz de apostolado;
Una empresa apostólica de sacerdotes y seglares; una Obra providencial en la historia del apostolado de la Iglesia;
Un instrumento de renovación cristiana que la divina Providencia ha regalado a su Iglesia;
Un arma providencial muy en consonancia con las necesidades del mundo actual;
Un Movimiento Providencial de santificación que ha de dejar honda huella en la Iglesia;
Un impulso vivificador de la vida religiosa; uno de esos brotes vibrantes, que renuevan la perenne juventud de la Iglesia y se manifiestan con intima vibración cristiana y desbordante espíritu apostólico;
Un vigoroso impulso del Espíritu Santo para el reinado de Cristo y la salvación de las almas;
Un medio excepcional para remover al mundo* desde sus cimientos;
Un instrumento apto para hacer católicos convencidos de su fe, instruidos en su religión y adictos a la Iglesia, y un instrumento en manos de la Iglesia para ayudarla en la empresa de la renovación cristiana, a la luz del Evangelio y conforme a las directrices y enseñanzas de los Romanos Pontífices y de los Prelados.
De entre todas las definiciones dadas en los Cursillos, te ofrecemos especialmente las dos siguientes, ambas tomadas, como la mayoría de las anteriores, de los libros de Monseñor Hervás:
«Los Cursillos de Cristiandad son un retorno al cristianismo primitivo al espíritu que animó los actos y la conducta de aquellos fervorosos cristianos».
a) Vida de gracia verdaderamente vivida, centrada en la persona adorable de Jesús, en el trato cotidiano con El, como persona viviente, con el deseo de participar en sus humillaciones para ser admitido en su gloria.
b) Vida en presencia de la Santísima Trinidad, como hijos del Padre, hermanos de Jesucristo, templos del Espíritu Santo, herederos de la eterna felicidad en el cielo.
c) Vida en el seno de la Iglesia, familia y comunidad de los cristianos, en la que todo habla de la unidad de Dios y de la fraternidad de los hombres.
d) Vida que se nutre diariamente con el pan de la Eucaristía, que parten juntos fraternalmente.
e) Vida que se desenvuelve alrededor de los Apóstoles y de su sagrado Magisterio, escuchando de sus labios la divina palabra, que les atestiguaba cuanto habían visto, oído y palpado.
f) Vida cuya sinceridad se pone a prueba con el testimonio de la sangre, haciendo de cada cristiano un mártir, es decir, un testigo de su vida en Cristo y de la vida de Cristo en cada uno de ellos.
g) Vida que lacónicamente y con magnífica precisión describió San Lucas, diciendo: «Perseveraban en oír las enseñanzas de los Apóstoles y en la unión, en la fracción del pan y en la oración» (Hechos 2,42).
h) Vida, en fin, de unos cristianos que constituyen la, familia de Dios y viven el Evangelio de Cristo íntegramente.
Los Cursillos de Cristiandad, de cara al porvenir, constituyen «un magnífico método de «encarnación» del cristianismo en la vida, basado en el encuentro personal con Cristo y en la comunión con los hermanos. Método en el que el sacerdote, ayudado por seglares escogidos, «forma» al seglar, y el seglar, «reformando» su mentalidad y conformando su vida con la imagen de Cristo (Vida de fe, de gracia y amor), «transforma», actuando con plena responsabilidad propia, las estructuras temporales en las que está inmerso, guiado por la mirada de Cristo, rehaciendo el mundo desde sus cimientos y haciéndolo de selvático, humano, y de humano, cristiano».
«Los Cursillos de Cristiandad no son una meta final, -sino un arranque vigoroso y valiente para una carrera de mayor perfección».
«Los Cursillos de Cristiandad no son una asociación con fines específicos de piedad, caridad o apostolado».
«El Movimiento de Cursillos de Cristiandad, por el mero hecho de mantener las reuniones de grupo y la Ultreya, no constituye, ni tiene por qué constituir, una asociación concreta de fieles». «Somos sencillamente, o queremos ser y que todos lo sean, IGLESIA MILITANTE Y OPERANTE, a las órdenes de la Jerarquía, con afanes de perfeccionamiento y de conquista. Con ello creemos amar, servir y glorificar más y mejor a Aquel con cuya fortaleza lo podemos todo».
«Los Cursillos de Cristiandad, en fin, no son un movimiento político, ni tienden a ser un partido político, ni intervienen en sus luchas, ni preparan a sus hombres inmediatamente para la política… están fuera y por encima de toda política».
Los Cursillos de Cristiandad no tienen otro objetivo que llevar a la perfección, a la santidad, a la renovación total de la sociedad, según los ideales que nos muestra la fe y conforme al mandato divino: «Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Su fin es, por tanto, promover la vida cristiana de los seglares, en toda su amplitud y exigencias, como la vivían los primitivos cristianos y la han entendido y practicado en todo tiempo las almas escogidas, que nunca faltan en la Santa Iglesia. Un cristianismo mediocremente vivido no tiene fuerza para ser la levadura que renueve el mundo.
El mismo Papa Pablo VI nos enseñó, con su autoridad de Supremo Jerarca de la Iglesia, lo que pretenden y se proponen los Cursillos de Cristiandad.
Son, dice él,
«un movimiento apostólico o escuela de espiritualidad cristiana, que tiene por objeto el que los seglares, con ayuda de la gracia divina, cultiven la vida espiritual, conozcan más profundamente a Cristo y su doctrina, activan con frecuencia a la fuente sobrenatural de los sacramentos, se preocupen por el bien de los demás y presten su colaboración a los que ejercen el sagrado ministerio».
Monseñor Hervás, por su parte, afirmó que los Cursillos son:
«un medio para la solución cristiana y práctica de todos los problemas que se vayan presentando a todos los que se unen a este Movimiento, cuya finalidad es la de impulsarlos a todos y a cada uno hacia una santidad auténtica: la vida de la gracia consciente y en continuo desarrollo y crecimiento».
Finalmente, decimos que la finalidad de los Cursillos es la vivencia de lo fundamental cristiano, en orden a vertebrar la cristiandad.
Se llaman Cursillos, diminutivo de curso, para significar el plazo breve, cortísimo, de tres días solamente, en que se dan, de forma intensiva y vivencial: los temas que abarca.
La palabra flotaba en el ambiente, Pío XI había expresado su deseo de «construir una cristiandad, ejemplo y guía para el mundo profundamente enfermo», y Pío XII había hablado varias veces de la necesidad de «hacer Cristiandad, de estructurar Cristiandad, vertebrar Cristiandad». Esta era, pues, la palabra justa que debía añadirse como apellido a los Cursillos, que no pretendían otra cosa que renovar cristianamente la sociedad.
El Movimiento de Cursillos anhela encontrar en todos los ambientes, especialmente en los que están más alejados de la mentalidad cristiana, unos núcleos de cristianos que transformarán poco a poco su ambiente por la fuerza de su testimonio.
Juan Pablo II hizo recordar este objetivo el día de la Ultreya Nacional de Italia, el 24 de noviembre de 1990:
«He aquí su aporte dentro de la Iglesia : crear unos núcleos de creyentes que lleven el mensaje de salvación por todos lados, haciendo prevalecer el peso de su opinión no por imposición sino más bien por la fuerza de su testimonio».
La expresión «ser fermento del Evangelio dentro de los ambientes» traduce bien la finalidad del Movimiento.
Jesús nos ha hablado de levadura:
«El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que una mujer ha tomado y mezclado con tres medidas de harina, hasta que todo haya levantado»
(Mt 13, 33)
La levadura (o fermento) es un ingrediente que se añade a la masa. Produce, desde el interior, una efervescenciaque la hace levantarse y causa unas burbujas que seve en el pan.
Para los cursillistas, esta palabra «fermento» nos sugiere una forma de evangelización que se hace desde el interior, en los ambientes en donde vivimos.
La finalidad del MCC consiste en construir un mundo más fraterno, proclamando los valores del Evangelio, pero recordando que esto se hará antes que todo «por la fuerza del testimonio».
Por lo tanto la meta intermedia que persigue el MCC para alcanzar su finalidad, es hacer posible la vivencia de lo fundamental cristiano,
o sea el Reino de Dios (IFMCC,120).
El MCC propicia el encuentro con Dios a través de una vivencia personal y profunda, y proporciona el medio de ahondar esta vivencia dentro de una comunidad cristiana auténtica.
De ahí la definición oficial que el MCC se dio desde el Primer Encuentro Latinoamericano :
«Los Cursillos de Cristiandad (el MCC) son
un Movimiento de Iglesia que,
mediante un método propio,
posibilitan la vivencia y convivencia de lo fundamental cristiano,
ayudan a descubrir y a realizar la vocación personal,
y propician la creación de núcleos de cristianos
que vayan fermentando de Evangelio los ambientes».
(IFMCC, 75)
No es fácil describir exactamente lo que pasa durante los tres días del Cursillo.
La primera razón de ello es que, si se quiere hablar del aspecto más importante del fin de semana, hay que mirarlo como una vivencia. Y una vivencia se transmite difícilmente con simples palabras.
Tomemos un ejemplo… Para descubrir verdaderamente y admirar con fascinación la belleza de una vidriera, ¿no habrá que contemplarla desde el interior?.. ¿Cómo uno desde el exterior podría apreciarla, viendo sólo los vidrios empañados y las ranuras de plomo?
Así es el Cursillo; hablar de ello no es suficiente. Cuando se habla, se tiene la impresión de ir dejando de lado lo esencial.
La vivencia del Cursillo es tan profunda que es difícil explicar porque toca el misterio de Dios.
Finalmente, una tercera razón – menos profunda – que nos detiene a hablar de ello muy abiertamente, es que el fin de semana lleva en sí un cierto número de sorpresas agradables que es preferible no revelar para guardarle a esta vivencia toda su frescura y su dinamismo (su «impacto»)
Habiendo hecho esta advertencia, se puede de todas maneras describir brevemente cómo las cosas se presentan exteriormente.
El fin de semana comienza el jueves por la noche y termina el domingo siguiente en horas de la tarde. Durante esos tres días, se desarrolla el «pequeño curso» (cursillo) sobre los aspectos fundamentales del cristianismo. Como ya lo hemos mencionado, dicho «curso» no tiene ningún aspecto académico. Es a base de testimonios concretos («rollos») dados
principalmente por unos laicos y a los cuales se reacciona en equipos (intercambio en grupos).
Entre esos «rollos» e intercambios se intercalan unos cantos y momentos preciosos de descanso como también francas risas y oraciones. Todo el fin de semana se desenvuelve en un clima de libertad, de respeto, unos con otros y de calor humano. El tiempo pasa sin que uno se dé cuenta.
Si algunos llegan el jueves por la noche con inquietudes y reticencias, son pocos los que no salen de allí regocijados y transformados. ¡Es una vivencia inolvidable!
La pregunta es importante, pues es claro que si la finalidad del MCC es de llevar unos cristianos a ser signos del Evangelio en sus ambientes, esto no se hace en tres días. El fin de semana no es un fin en sí mismo, es sólo una etapa. Lo que cuenta más para el MCC, es lo que viene después del Cursillo, o sea el Poscursillo, es decir lo que los cursillistas llaman el cuarto día.
Durante los tres días del Cursillo, los candidatos, las candidatas descubren lo que hay de fundamental en el cristianismo (es la luz en su mente) y salen con el gusto de ir concretizándolo en su vida (es el fuego dentro de su corazón).
Sin embargo, cada día habrá que ahondar la invitación «Vengan y vean» y ya sabrán la forma de ayudarse mutuamente a realizar la misión: «Vayan, yo les envío».
También el MCC tiene su propio método para mantener la perseverancia en este afán, en este rumbo de santificación y de evangelización. Dos tipos de encuentros regulares, basados en la amistad, están previstos y propuestos a los cursillistas: la Reunión de Grupo y la Ultreya.
La Reunión de Grupo es el encuentro de algunas personas amigas (de 3 a 10) que hacen su Cursillo y que se reúnen
para intensificar su amistad,
ayudarse a vivir el Evangelio y
trabajar a que su ambiente sea más cristiano.
Estos grupos de amistad son el núcleo central del método del Cursillo. Desde los comienzos, los fundadores del MCC han visto ahí el medio de «formar unos núcleos de cristianos fermentos de Evangelio dentro de su ambiente».
La fuerza de las Reuniones de Grupos viene del hecho de que para el crecimiento del Reino, no hay nada mejor que de compartir la gracia de Dios entre amigos.
Se intercambia en forma de «trípode» ó sea haciendo referencia :
a su vida personal con el Señor (piedad u oración)
a los medios escogidos para profundizar su fe y el estudio del medio ambiente (estudio o formación)
al resultado de las acciones ya tomadas y a la planificación de otras en vista de cambiar ciertas cosas que deberían ser más justas (acción o evangelización)
El grupo no es impuesto desde el exterior, se hace libremente entre personas que han vivido el Cursillo.
Una vez reunidos,
los tizones de carbón queman.
Mientras que separados,
se apagan…
La palabra ultreya es una antigua palabra española que usaban los peregrinos en el Camino a Santiago de Compostela cuando se encontraban para saludarse y animarse a lo largo del camino. Esta palabra, probablemente derivada del latín ultra, significaba «¡Más allá!»
Los cursillistas utilizamos esa palabra para designar un tipo de encuentro que tiene lugar después del Cursillo. Es la reunión de los cursillistas de una o algunas parroquias o de una Diócesis.
La Ultreya congrega los grupos de una misma región, contribuyendo a mantenerlos en el espíritu del MCC y a sensibilizarlos a la realidad de la Iglesia.
En un clima de amistad, se intercambia sobre lo vivido, sea a base del trípode (piedad, estudio, acción), sea a partir de un texto del Evangelio.
Ahí se escucha unos testimonios referentes a la vida interior y unas experiencias apostólicas. Este hecho de compartir lo vivencial llega a ser un «modelo» apostólico, un ejemplo práctico, un reto del Señor que parece invitarnos : «Vayan y hagan igual».
Como «Ultreya» lo indica, este encuentro (semanal usualmente) es un aliento para ir adelante. Es el mejor medio para alimentar la llama del Cursillo.
¡Tú!… ¿por qué no ?…
El Cursillo está destinado a todas las personas que desean armonizar su interioridad y autentificar su relación con Dios y con sus semejantes. Se dedica a toda persona equilibrada, madura, capaz de captar el mensaje evangélico y de comprometerse al servicio del prójimo.
Es abierto a las personas de toda clase social, hombre o mujer, persona casada ó soltera. Ha sido concebido particularmente para los laicos pero la invitación se hace igualmente a los sacerdotes y a los religiosos o religiosas. Para los casados, es deseable (pero no imprescindible) que ambos cónyuges proyecten participar en ello, porque es una experiencia que hondamente aprovecharan los esposos compartiéndola. Es importante notar que el Cursillo no es reservado a los que frecuentan la Iglesia. Aún los que se han alejado de la práctica religiosa pueden vivirlo.
Sin embargo, hay que saber…
… que la experiencia del Cursillo no es recomendada a todos, en todas las circunstancias.
Por ejemplo, el fin de semana del Cursillo no es concebido para ayudar a resolver unos problemas de índole sicológica ó pasar a través de una prueba. El equipo responsable de un Cursillo no es especializado ni en asesoramiento ni en terapia de grupo. A los que están preocupados momentáneamente por un problema por solucionar ó que pasan a través de un periodo de inestabilidad emocional, se sugiere fuertemente de postergar la participación al Cursillo. Sólo una vez que se estará en vía de recuperar la estabilidad emotiva, se podrá sacar un real provecho de esa experiencia.
Así mismo, no es recomendable para los que enfrentan problemas graves como el alcoholismo, drogadicción o depresión. El Cursillo no pretende ser una solución para las personas que están viviendo aquellas situaciones. Para este tipo de dificultades, hay movimientos y tratamientos mucho más adaptados y mucho más eficaces.
Candidatos particularmente buscados
Si hemos hablado de los que pueden hacer su Cursillo, hay que pensar también en lo que deberían hacerlo…
Enfocando en la fuerza del testimonio para cristianizar los ambientes, los fundadores del MCC dieron un cuidado especial a la búsqueda de personas claves en los diferentes ambientes que querían evangelizar. Las «Ideas fundamentales del MCC» recuerdan esta estrategia. Se precisa ahí que el candidato ideal para un Cursillo, es él o la…
… que tiene cualidades de líder, que tiene influencia dentro de su ambiente, la persona cuyas opiniones cuentan, cuyas decisiones provocan cambios, cuyas actitudes arrastran,
… es la persona que rehúsa resignarse a una vida mediocre y que trabaja por construir un mundo más humano y más fraternal,
… la persona sociable, apta al trabajo de equipo, solidaria, generosa, preocupada de los demás y del mundo. (IFMCC, Nº 221 a 226)
Buscando las cualidades naturales de líder, el MCC no es elitista por lo tanto. Es cierto que se debe contar antes que todo con la gracia por el advenimiento del Reino, pero esto no significa que se pudiera olvidar las influencias naturales…
Los cursillistas que apadrinan un candidato o una candidata están invitados por consiguiente a tener presente particularmente este gran objetivo de cristianización de los ambientes por medio de las personas que ya los influyen.
Como lo ha recordado a menudo Eduardo Bonnin, el principal fundador del MCC, esas cualidades pueden encontrarse en un «alejado de Dios y de la Iglesia»: él puede tener, en potencia, el calibre de un verdadero líder cristiano. Numerosos jóvenes, hoy, pueden entrar en esta categoría. Siendo un Movimiento de acción, el Cursillo contará siempre con la presencia dinámica de los nuevos convertidos y de los jóvenes. Sucede a menudo que son los más ardientes para comprometerse y para testimoniar del Reino, saliendo de un Cursillo… como nuevos san Pablo.
Recordemos que la experiencia de los tres días no es un fin sino una etapa. Vivir un Cursillo es más que una inolvidable experiencia, ¡ es el inicio de una vida nueva !
La inscripción al Cursillo se hace por medio del «apadrinamiento», es decir por alguien que ya ha hecho su Cursillo y que se encarga de que el candidato llene su fórmula de inscripción y de apoyarlo en su caminar.
Los «presentantes o padrinos y madrinas» son antes que todo, unos amigos de su candidato o candidata.
Su primer papel consiste en expresar esa amistad y hacerla crecer. Apadrinando, experimentan la dicha «de poder caminar con alguien» en una amistad verdadera y una sed auténtica de Cristo.
Antes del Cursillo, se encargan de que el formulario de inscripción sea llenado y entregado a los responsables. Preparan a sus candidatos, responden a sus preguntas y los ayudan a disfrutar plenamente de la experiencia que van a vivir. Procuran sobrellevar los impedimentos que pueden surgir respecto a su participación al fin de semana. (Por ejemplo, ver que los candidatos tengan los recursos económicos para pagar la pensión, organizar el transporte, ver al cuidado de los niños o de la casa).
Después del fin de semana, su amistad sigue manifestándose cada vez que una ocasión se presenta. Contribuyen particularmente a facilitar la integración de su candidato o candidata a la comunidad cursillista.
En la mayoría de las diócesis, se pide una contribución a los participantes para cubrir los gastos ocasionados por el fin de semana (albergue, comidas, documentación, etc.). Como el costo varía según esas condiciones, dicha suma difiere de una diócesis a otra.
Sin embargo, la cuestión financiera no debe nunca constituir un impedimento para vivir un Cursillo. Una persona que no puede cancelar lo pedido debería hablar con sus presentantes o padrinos quienes verán la manera de ayudarle.
En el Movimiento de los Cursillos, a menudo se menciona la palabra «palanca». ¿Qué significado tiene para nosotros?
En el diccionario, Palanca es una palabra que deja entender la necesidad de usar un aparejo para conseguir una finalidad.
– Una palanca es una barra rígida pudiendo girar alrededor de un punto fijo para levantar las cargas. Uno utiliza una palanca para vencer una resistencia.
«Denme una palanca y un punto de apoyo, así podré alzar la tierra.»
(Arquímedes)
– Una palanca es un aparato de levantamiento consistiendo en un mecanismo multiplicador. Gracias a la palanca, se puede alzar unas cargas con un esfuerzo motor relativamente mínimo.
En el MCC, usamos la palabra palanca para designar la fuerza espiritual que representan las oraciones y los sacrificios voluntarios que se realizan de manera individual o comunitaria, con el fin de obtener la gracia de la conversión.
Así como la palanca permite a una persona mover alguna cosa que está encima de su fuerza, las oraciones y los sacrificios permiten al apóstol realizar mucho más de lo que podría hacer por sí mismo. La palanca contribuye a vencer la resistencia a la gracia de parte de aquellos por quienes se ora. Hace surgir la vida en abundancia.
Esto es un misterio de fe. Ofrecer una palanca resulta poner en práctica el dogma de la comunión de los santos. Como lo mencionaba Pio XII dentro de su Encíclica sobre el Cuerpo místico :
«Verdaderamente esto es un misterio grave y que nunca podremos meditar lo suficiente, el hecho de que la salvación de muchos depende de las oraciones y de los sacrificios voluntarios de los miembros del Cuerpo místico de Jesucristo».
((Encíclica sobre el Cuerpo Místico)
Todos los cursillistas están invitados a «hacer palanca» no solamente con ocasión de los fines de semana de cursillo que tienen lugar en su diócesis, sino todas las semanas, pues siempre hay un Cursillo en algún lugar del mundo.
Como acabamos de verlo, «hacer unas palancas» es antes que todo ofrecer oraciones y sacrificios. La palanca se vive en el secreto de la vida interior de una persona.
Sin embargo, en el MCC, sucede que los cursillistas hacen conocer sus palancas por medio de una carta o un correo electrónico expresando su amistad y sus deseos a los participantes de un Cursillo.
Es lo que llamamos el envío de palancas.
Si es claro que el envío de tarjetas de buenos deseos, de dibujos o de mensajes electrónicos no son, de por sí, las palancas (y que el envío de esas palabras de amistad no debe hacernos olvidar lo esencial : las palancas mismas), queda la realidad de que el hecho de escribir tal carta llega a ser frecuentemente la ocasión que estimula a ofrecer unas palancas y es un testimonio de amistad que puede tener mucho impacto.
El envío de palancas
por Internet
Desde el advenimiento del Internet, el envío de palancas ha tomado una forma y dimensión nuevas.
En adelante, por Internet, se puede alcanzar muy fácilmente y rápidamente los Cursillos que tienen lugar en otras diócesis.
Y, por otro lado, los candidatos y el equipo del Cursillo que se realiza en nuestra diócesis pueden también ser alcanzados de cualquier parte del mundo.
Además de suscitar una red todavía más amplia de oraciones y de sacrificios, esta nueva apertura ofrece también la ventaja de dar a los candidatos la imagen de una Iglesia universal. Descubrirán así que van participando en una comunidad de fe y de caridad, disfrutando de sus valores, y que esta gran familia se extiende por encima de todas las fronteras.
De Colores es una expresión que nos hace recordar la necesidad de ver lo bueno de la vida. Si hay momentos de tinieblas en la vida, por otro lado la esperanza cristiana da colores a lo que vivimos. Así es el caso por ejemplo de la persona que descubre que es amada por alguien que ella quiere también. Para los enamorados, lo cotidiano pierde su sombrío, el sol brilla, la vida es bella, es «la vida de colores».
De la misma manera, la toma de conciencia de ser amado por Dios de una forma incondicional y tan generosa hace surgir en el fondo de sí un arco iris increíble. Después de este descubrimiento, la vida ya no es igual; se puede ver el mundo de otra manera, se actúa diferentemente y se descubre, en la comunidad cristiana, las múltiples facetas del rostro de Cristo.
En efecto, como el prisma descompone la luz blanca en una gama de colores variados, así, dentro de los que nos rodean, cada persona lleva su color, cada cual refleja un aspecto de Jesucristo.
El saludo «De Colores» evoca la alegría causada por el descubrimiento del amor de Dios y de la presencia de Cristo dentro de nosotros mismos y de los demás.
¿Su origen? …un canto
Sin embargo hay que decir lo siguiente: si hemos llegado a utilizar esta expresión, ha sido más bien, por coincidencia, a causa de un canto titulado «De Colores» que era muy popular en el momento del primer Cursillo en la isla de Mallorca (una isla pintoresca del mar Mediterráneo donde la primavera es una verdadera feria de colores).
Este canto, proveniente del folklore mexicano, expresaba la alegría de vivir y cantaba las bellezas de la creación. Ha sido adoptado espontáneamente por los primeros cursillistas como el reflejo de lo que vivían interiormente. Su popularidad se perpetúa de un Cursillo a otro y acaba por imponerse como un canto tema del Movimiento, aunque nunca haya sido reconocido oficialmente como tal.
He aquí la letra de este canto. (Note que la letra va más allá de la versión original, elaborado en la realidad espiritual que da origen a nuestra alegría.)
I
De colores,
de colores se visten los campos en la primavera.
De colores,
de colores son los pajaritos que vienen de afuera.
De colores,
de colores es el arco iris que vemos lucir,
y por eso los grandes amores
de muchos colores me gustan a mí (bis).
II
De colores,
de colores, brillantes y finos se viste la aurora;
de colores, de colores,
son los mil reflejos que el sol atesora.
De colores,
de colores se viste el diamante que vemos lucir,
y por eso los grandes amores
de muchos colores me gustan a mí (bis).
III
Jubilosos, jubilosos,
Vivamos en gracia puesto que se puede.
Saciaremos,
saciaremos la sed ardorosa del Rey que no muere.
Jubilosos,
jubilosos llevemos a Cristo un alma y mil más
difundiendo la luz que ilumina,
la Gracia divina que es grande ideal (bis).
La Escuela de formación es una estructura importante dentro del MCC.
La expresión «Escuela de formación» sugiere, a primera vista, un lugar en donde se dispensa unos cursos. Y de hecho, unas sesiones de formación espiritual y apostólica conformes a la mentalidad propia del MCC se dan en la mayoría de las diócesis del Perú. En el mundo sus nombres difieren: Escuela de formación, Escuela de líderes, Escuela de jefes, Escuela de dirigentes, Escuela de los rollos, Escuela de la fe, Curso, etc. Los medios también varían. A esas diversas sesiones, se añaden las jornadas de retiros, las conferencias, los Aggiornamientos, los Cursillos del 4to día, las Ultreyas especiales, etc. Todos son medios para proseguir la formación que nos ayuda a ser mejores cristianos y mejor fermento dentro de nuestro ambiente.
Por otro lado, según el libro de las «Ideas fundamentales del Movimiento de los Cursillos», la palabra Escuela revela igualmente otra realidad, más difícil de captar pero más importante todavía.
En el lenguaje de los fundadores del Movimiento, esta palabra designaba lo que se podría llamar, en nuestro idioma de hoy, un equipo de planificación y de desarrollo.
Eduardo Bonnin y sus compañeros, que aprendían a centrarse en Jesucristo, a estudiar su medio ambiente y a establecer unas estrategias de evangelización, se consideraban como si estuvieran formando una «escuela». Su Reunión de Grupo era una Escuela.
En este sentido las Ideas Fundamentales afirman:
«Aunque esto parezca paradójico, el MCC ha nacido de una escuela y no lo inverso. […] La escuela es anterior a los Cursillos, puesto que se han originado en su seno, y de ella se nutren todavía y a partir de ella se difunden. De todo tiempo, la escuela ha sido — y sigue siendo — el pilar esencial para la continuidad y el desarrollo del MCC» (IFMCC Nº 530 y 531).
En el MCC, la Escuela es antes que todo es un equipo de animadores y de «expertos» que orienta el Movimiento, que contribuye a mantener la mentalidad propia del MCC, que busca mejorar las Ultreyas (la Escuela es a las Ultreyas, lo que el equipo es al Cursillo), que estimula las Reuniones de Grupos, que prepara a los animadores de un Cursillo y que ve a asegurar la formación de todos, particularmente la de los dirigentes. Es una estructura operativa tan esencial en el Movimiento que el mismo Secretariado.
Cada diócesis que establece el Movimiento debe abrir una escuela de este tipo. Es la primera estructura que se debe poner en marcha para asegurar un buen seguimiento de las operaciones. El MCC se establece y se desarrolla por su Escuela.
Los Cursillos de Cristiandad nacieron en la diócesis de Mallorca (España), siendo el primer en 1944 en Cala Figuera, y en el Monasterio de San Honorato del Monte Luliano de Banda, se dio el primero numerado de los Cursillo de Cristiandad el día 7 de enero de 1949.
Los Cursillos de Cristiandad no tienen autor, sino autores; así nacieron, así continuaron a lo largo de sus varias etapas de crecimiento, desarrollo y expansión. Eso decía Monseñor Hervás; pero la realidad es que cuando llegó a Palma para hacerse cargo del gobierno de la diócesis de Mallorca, se trazó un programa de actuación, en el que figuraba como primer objetivo el preparar conscientemente el equipo de sus más inmediatos colaboradores. Con este propósito no tardó en tener a su lado un grupo de sacerdotes y seglares que, bajo su dirección, aliento y vigilancia, se dedicasen a buscar los medios más conducentes para realizar el programa pastoral del Obispo. De esa inquietud, encarnada principalmente en los Consiliarios y en los Dirigentes del Consejo de los Jóvenes de Acción Católica, estando entre ellos Eduardo Bonnin, se dio forma al nacimiento de los Cursillos de Cristiandad.
En el nacimiento de los Cursillos no presidió la improvisación, sino la preparación; no el acaso, sino la búsqueda ansiosa; no una revelación divina, sino el soplo del Espíritu Santo, que dirige, guía y perfecciona a su Iglesia, renovando la faz de la tierra.
Los Cursillos de Cristiandad, están actualmente establecidos en todos los continentes, en todos los países, en todos los pueblos y entre los hombres de las razas más diversas. Lo mismo entre los americanos que entre los japoneses, lo mismo entre los europeos que entre los australianos, lo mismo entre los filipinos que entre los sajones, lo mismo entre blancos que entre los hombres de color. Y en todos los sitios han producido y siguen produciendo resultados tan favorables, que unos y otros confiesan que el Cursillo parece haber sido hecho para ellos.
Con fecha 14 de diciembre de 1963, a petición del Emmo. Sr. Cardenal De Arriba y Castro, Arzobispo de Tarragona, Pablo VI otorgó a la Obra de los Cursillos de Cristiandad el Breve Pontificio «VIGET SALUBRITER» en el que no sólo nombraba, constituía y declaraba al Apóstol San Pablo Patrono Celestial del Movimiento de Cursillos, sino que reconocía, además, los «abundantísimos frutos de este método o escuela de espiritualidad cristiana» entre los que citaba especialmente los que siguen: «renovación cristiana de la vida familiar en conformidad con la ley divina; vitalización de las parroquias; fiel observancia de los deberes, tanto privados como públicos, según el dictamen de la conciencia; satisfacción grandísima a los Obispos y demás pastores de almas; incremento de la Acción Católica e ingreso de muchos de ellos en el sacerdocio o en la vida religiosa».
El sábado día 28 de mayo de 1966, víspera de la fiesta de Pentecostés, el Padre Santo recibió a siete mil cursillistas de cuarenta países del mundo reunidos en Roma para celebrar la primera Ultreya Mundial. Pablo VI pronunció en castellano uno de sus más elocuentes discursos, alabando y bendiciendo a los cursillistas presentes y en ellos a todo el Movimiento de Cursillos.
Posteriormente, el Papa, hablando con Monseñor Hervás, ha dado repetidamente gracias a Dios porque quiso suscitar en la Iglesia la Obra de los Cursillos de Cristiandad y por el bien inmenso que están haciendo en todo el mundo, impartiéndoles «de todo corazón» una y muchas veces su bendición.
Son muchísimos los testimonios de los Cardenales, Arzobispos y Obispos de todo el mundo. Todos, después de dar gracias a Dios, reconocen la transformación que se ha verificado en sus respectivas diócesis por la utilización del método de Cursillos.
Todos, de una manera u otra, coinciden con lo que manifestó Monseñor Hervás:
«usando debidamente los Cursillos de Cristiandad, tendréis un medio preciso y el más eficaz que hemos conocido hasta el momento para crear estos grupos de militantes, incorporarlos a la vida parroquial y, en general, a la colaboración en el apostolado de la Jerarquía, ya de modo organizado, ya individualmente».
Los Cursillos de Cristiandad son un Movimiento de carácter religioso, un Movimiento de espiritualidad.
«Los Cursillos de Cristiandad son un Movimiento de espiritualidad que pone por base de su constitución un concepto triunfal del cristianismo, capaz de iluminar todas las zonas de la vida del cursillista, saturándolas de espíritu evangélico, marcándolas todas con un sello característico, -sin señalar fronteras o limitaciones a la acción omnipotente del Espíritu Santo».
Los Cursillos de Cristiandad no tienen otra espiritualidad que la de la Iglesia. La espiritualidad del movimiento de Cursillos de Cristiandad se conforma providencialmente con la espiritualidad del movimiento litúrgico.
Movimiento, según los autores, es
«un conjunto de principios que, encuadrados dentro de una metodología e impulsados por un espíritu, persiguen un determinado ideal».
Los Cursillos de Cristiandad son un Movimiento, porque incluyen en su naturaleza las características que debe tener todo Movimiento: unas ideas o principios, un método, un espíritu y un ideal. Tienen un ideario magnífico y excepcional, un método acreditado por la experiencia; vibran con la inquietud de un espíritu eminentemente cristiano y santamente renovador y se proponen conseguir el más bello y alto de todos los ideales.
Son un Movimiento de la Iglesia, en la Iglesia y para la Iglesia.
1) De la Iglesia, porque de la Iglesia y sólo de ella recibe su ser y toda su existencia, su misión y su eficacia sobrenatural, su aprobación y su impulso, sus objetivos y sus procedimientos, su régimen y sus características de movimiento ascético y apostólico*
2) En la Iglesia, porque en la Iglesia, es decir, en el Cuerpo Místico, ha de actuar como instrumento y medio de edificación de las almas y «restauración de todas las cosas en Cristo».
3) Para la Iglesia, porque todo él está lanzado a lograr que los hombres, al adquirir conciencia de su incorporación a Cristo por la gracia y por el amor, y llevados de esta gracia y de este amor siempre creciente, no se contenten con vivir para el individualmente, sino que sientan la necesidad vital y la responsabilidad urgente de ser apóstoles por todos los medios a su alcance y en todos los ambientes; no se contentan con ser miembros vivos del Cuerpo Místico, sino también miembros vivicadores, con el influjo de la gracia, con la oración y con el sacrificio.
«Los Cursillos de Cristiandad toman principalmente sus ideas del dogma católico. Todo ese conjunto de verdades inefables que revelan la locura incomprensible del amor infinito de Dios a los hombres, es el principio fundamental, la idea madre, que se barajan continuamente en los Cursillos y se repiten hasta la saciedad en las reuniones de Grupo y en las Ultreyas del Poscursillo».
La obra de los Cursillos de Cristiandad constituye un verdadero método ascético de notable eficacia en nuestros tiempos, es decir, un modo y orden de disponer y emplear ciertos medios, perfectamente conocidos, para alcanzar, con mayor posibilidad, prontitud y perfección, un fin propuesto.
La mística de los Cursillos es ese enamoramiento irresistible y apasionado de Cristo que respiran a pulmón lleno, cuya amistad prefieren a todos los tesoros y a todas las personas, por quien están dispuestos a gastar todas las energías de su vida y a dar, si fuese preciso, hasta la última gota de la sangre de sus venas. Y como el amor de Cristo supone y exige el cariño y la predilección por todo lo que Cristo quiere, el espíritu de los cursillistas se completa con el amor al Padre, a la Iglesia, a la Jerarquía y a los demás hermanos.
Los Cursillos de Cristiandad persiguen un ideal altísimo y nobilísimo: el mismo que se propuso Cristo, el mismo que preside toda su obra redentora: dilatar el Reino de Dios y hacer cristianos a los hombres.
Los Cursillos de Cristiandad no constituyen ninguna forma de asociación de los fieles ni la deberán constituir en adelante, dado su carácter y los fines que se proponen. No tendrán bandera, ni insignia, ni cotización.
Los Cursillos no nacieron para ser una asociación más.
«No fue nunca ésta la intención del Obispo iniciador de los Cursillos, ni de sus colaboradores. Nunca nos pasó por la mente que los Cursillos pudieran constituir una asociación nueva, si no como frutos maduros, al servicio de todas las empresas y asociaciones de la Iglesia».
Si, pueden, como cualquier otro cristiano, si tienen condiciones y posibilidades para ello.
«Mayor alabanza merecen en nuestros días, responde Mons. Hervás, si se incorporan para trabajar activamente en las asociaciones de apostolado, aprobadas especialmente, recomendadas y bendecidas por los romanos Pontífices, como la Acción Católica, Congregaciones Marianas, la Legión de María, la Confraternidad de la Doctrina Cristiana, etc., las cuales, dentro de la ortodoxia y de la disciplina de la Iglesia, producen frutos inmensos de vida cristiana y proselitismo apostólico por medio de formas accidentales de actuación más o menos adaptadas a la sicología y necesidades de cada lugar».
No. Ciertamente que no. Gran número de cursillistas forman parte de la Acción Católica, de movimientos eclesiales y de otras asociaciones de piedad, caridad, apostolado, perfección cristiana y culto divino,
La Acción Católica y las demás instituciones de actividad apostólica aprobadas por la Iglesia han sido las primeras beneficiadas, y los mejores de entre los cursillistas, los que reunieron condiciones de posibilidad, llamamiento interior y capacidad humana para ello, han engrosado sus cuadros, «para colaborar de una manera más organizada con las autoridades eclesiásticas y ayudarlas en su labor apostólica».
Es natural que el Movimiento de Cursillos pida a sus miembros una actitud de caridad, respeto y admiración para con los hermanos que, por distintas causas, han sentido la necesidad, por no decir la valentía, de trabajar por Cristo más cerca de la sagrada Jerarquía de la Iglesia. «A los seglares que han hecho los Cursillos de Cristiandad queremos recordarles que, aunque han tenido ocasión de beneficiarse de un medio eficacísimo de renovación cristiana, por el que sienten vivo afecto y gratitud, no han de pensar que todo se resuelve con los Cursillos, menospreciando o subestimando otros medios de que Dios se vale y de los que la Iglesia se sirve sabiamente.
Tres, bien distintas y caracterizadas, a saber:
el Precursillo, el Cursillo y el Poscursillo.
En la primera etapa, que llamamos Precursillo, se buscan con esmero las personas que deban ir al Cursillo, de acuerdo con el plan apostólico y las necesidades de la diócesis y de la parroquia donde después tenga que actuar apostólicamente el cursillista.
En su segunda etapa, la Obra comprende lo que podríamos llamar el Cursillo propiamente dicho: tres días intensos en un ambiente de fervor, de oración, de estudio, de entrega apostólica de los sacerdotes y dirigentes, de alegría y compañerismo por parte de los que asisten.
Pero hay que confesar que la etapa tercera es la principal de la Obra. La vida deberá ser un Cursillo perenne: «el cuarto día» dura hasta la muerte. Las verdades fundamentales que se aprendieron en el Cursillo, los horizontes que se vislumbraron, las virtudes que empezaron a vivirse, han de ir desenvolviéndose en el alma y aplicándose a la solución de cada uno de los problemas personales, profesionales y ambientales del cursillista. Por esto, ya desde el mismo Cursillo queda montada la organización de perseverancia, de formación religiosa y apostólica.